La serie de la “Historia de la Vida del Hombre” de la catedral de Toledo con esta temática, consta de seis paños. El pintor de los cartones de los tapices de esta serie ha sido identificado por Paulina Junquera como Antonio Sallaert, pintor nacido en Bruselas hacia 1590, que alcanzó la maestría en 1613 y murió en 1650. Los tapices llevan la marca de Bruselas y la del tejedor François van den Hecke.
Las cenefas laterales son dos columnas salomónicas sobre basa con moldura sogueada cuyo fuste alterna fajas de estrías con espiral con otras de amorcillos cogiendo racimos de uvas, separadas por hojas de acanto, y capiteles compuestos. La orla superior consiste en un friso de triglifos y metopas; de los primeros mediante argollas y lazos se anudan guirnaldas de flores y frutos que caen sobre las metopas: en el centro se interrumpe por cartela decorada por paisaje, de la que pende una guirnalda.
La cenefa inferior es muy estrecha y la forman dos molduras, una de hojas y otra de tacos en el centro, cartela con espejo.
LA VIRTUD TRIUNFANTE SOBRE TODOS LOS VICIOS
A la izquierda del paño, sobre un carro triunfal, la Virtud aparece personificada como una joven, con casco, que lleva en sus manos una espada y una lanza. Sobre su cabeza sobrevuelan unos amorcillos sosteniendo una corona, uno de ellos lleva además una cruz y otro un ancla y representan respectivamente a la Fe y la Esperanza.
Distribuidos a lo largo del tapiz, tiran del carro por medio de una soga cuatro niños, uno porta en sus manos una espada y una balanza, símbolo de la Justicia. A su lado, ante él, otro lleva en una mano un espejo; a continuación con la cuerda sobre su hombro, uno mas eleva una copa mirando al frente, y finalmente, un tercero carga sobre sus hombros una columna; son respectivamente, la Prudencia, la Templanza y la Fortaleza. A su paso van pisoteando varios personajes caídos en el suelo. A la izquierda yace un hombre anciano con alas, con manto azul, lleva una guadaña, sería tal vez el Tiempo. Este se apoya en el cuerpo de una joven con diadema, sobre ella carga su pie el personaje que transporta la copa. A su lado y en posición contrapuesta, una muchacha con manto rojo, sostiene un timón, tal vez sea la Fortuna, sobre su cuerpo pasa la Fortaleza. En el ángulo derecho, una mujer, ¿la Envidia?, caída sobre un hombre, es aplastada por la Fortaleza. Además aparecen varios personajes con libros.
LA FORTUNA AHUYENTA A LOS QUE EXIGEN DEMASIADOS DONES
A la derecha de la composición la Fortuna con los ojos vendados, y la cabeza vuelta hacia atrás, sostiene en las manos un timón. Una vela, sujeta a su brazo por una cuerda, flota en torno a su cabeza. Apoya uno de sus pies sobre un globo terráqueo. Aparece con varios de sus atributos, así se la representa ciega, el timón significa que hace triunfar a quien se le antoja y la vela que es inconstante como el viento; el globo terráqueo simboliza las vueltas de la fortuna. A sus pies, de espaldas, se sitúa un niño alado casi desnudo y coronado de laurel, con un manto enrollado en torno a sus piernas. Posa uno de sus pies sobre el globo. En una de sus manos sostiene una pluma y con la otra un libro. En el centro del tapiz le acompañan otros dos amorcillos. Uno de perfil semidesnudo con manto rojo, tiende hacia la Fortuna una corona y un cetro. El otro, de frente, con uno de sus brazos ofrece una bolsa y en la otra lleva varias unidas por medio de un mango. En la zona superior central del paño vuela un amorcillo a punto de disparar su arco hacia la Fortuna, con carcaj a la espalda. Todos estos amorcillos simbolizan respectivamente, la inteligencia, el poder, las riquezas y el amor. A la izquierda del tapiz, un hombre se dirige hacia la Fortuna en actitud suplicante. En menor tamaño se representa a una joven que se aleja desdeñada por la Fortuna.
LA FORTUNA CIEGA REPARTE BIENES Y DESDICHAS
En el centro del tapiz, la Fortuna, personificada como una joven en pie, sobre un globo, con los ojos vendados y la vela flotando en torno suyo, eleva sus brazos señalando a derecha e izquierda con dos varas. A la izquierda un hombre ricamente ataviado en pie, de perfil y tocado con turbante y frente a él un guerrero de espaldas, con coraza, casco y manto, algo más retrasados, un hombre y una mujer coronada. Todos ellos alzan sus brazos para recoger los objetos que caen del cielo: una corona de laurel, copas, monedas y otros objetos, simbolizando los dones de la Fortuna, que caen sobre los hombres. En el lado derecho, en menor tamaño, se sitúa un grupo de distintos personajes uno de ellos con muletas, mujeres y niños en actitud de recibir una lluvia de objetos, como grilletes y distintas herramientas de trabajo, que representan las desdichas que también depara la Fortuna.
LA TEMPLANZA PRESENTADA AL HOMBRE COMO GUIA QUE LE PRESERVA DE LOS VICIOS.
En este tapiz se representa a los dioses Júpiter y Minerva que presentan al Hombre la virtud de la Templanza. Esta le toma de la mano para servirle de guía.
A la izquierda de la composición, Júpiter, aparece representado como un rey, con la corona y el cetro. Se apoya sobre una roca, con sus pies aplasta la cabeza de un águila, uno de sus atributos. A su lado, se sitúa diosa Minerva con atuendo guerrero, portando una lanza, se dirige en actitud admonitoria al Hombre personificado por un joven, al que cobija bajo su manto. Éste camina hacia el frente. La Templanza, le guía tomándole de la mano. Esta virtud lleva en su mano uno de sus atributos característicos, el freno, de acuerdo con la iconología de Ripa, ya que el freno muestra la función principal de la Templanza, que consiste en moderar y refrenar los apetitos del ánimo. La fusta también podría ponerse en relación con esta función.
LOS VICIOS RECHAZAN A LA TEMPLANZA
La Templanza aparece situada a la izquierda de la composición. Sujeta en sus manos sus atributos, una fusta y un bocado de caballo y camina de espaldas, llevando de la mano al Hombre, en el centro, personificado por un joven con túnica azul y cubierto por un manto crema. La Virtud le intenta atraer, pero aquel la rechaza volviéndole la espalda. El Hombre se dirige hacia la representación de tres dioses situados a la derecha del tapiz. En primer plano se agacha Venus, que con una mano presenta al Hombre un corazón. Detrás, Baco, sostiene un jarro en una de sus manos con la tapa abierta y con la otra tiende una copa hacia el Hombre. En un plano más elevado, Ceres con una guirnalda de espigas en la cabeza lleva un gran cuerno de la abundancia repleto de frutos y con una mano ofrece una podadera al Hombre. Baco, Venus y Ceres, representan en este paño los placeres de la bebida, el amor y la abundancia. La tentación que ofrecen estos dioses se ve reforzada por las jóvenes que rodean al Hombre, apartándole de la Templanza. Cupido, personificado como un amorcillo alado con el manto sujeto por una cinta en torno a su cintura y casi desnudo, corre detrás de la Templanza.
EL TIEMPO ALEJA A LA VEJEZ DE LOS PLACERES
La escena ocurre en el interior de una estancia. En el ángulo izquierdo, en el primer plano, se ve una mesa. Sobre ella reposan varios objetos: un plato con dos pescados, una copa y un libro cerrado. Detrás de la mesa se sitúa una pareja de ancianos, el hombre aparece sentado y posa su mano en el libro, La mujer está de pie en actitud pensativa y se apoya en un bastón. Ambos contemplan a un grupo de personajes que les acompañan: una joven lleva los atributos de la Templanza; la fusta y el freno de caballo. Detrás de ella asoma el busto de otra, que eleva una de sus manos sosteniendo un espejo y una serpiente enroscada en torno a su brazo y en la otra una fruta, atributos de la Prudencia. Sobre sus cabezas se alza el Tiempo, representado por un hombre anciano inclinado y que parece flotar. Lleva alas y una gran guadaña en la mano con la que aleja del anciano a tres personajes que parecen correr hacia la puerta de la estancia y que personifican los placeres de la vida.
Estos son una joven, con un cinturón con cascabeles, que alza sus brazos para tocar una pandereta, simbolizaría la danza. Ante ella corre otra con corona de pámpanos, sosteniendo una copa que representaría la bebida. Tras ellas, un hombre con capucha, come unas uvas, sería la bebida. A su lado corre también un amorcillo que lleva un arco en sus manos y un carcaj colgado a la espalda, como el amor.