TEXTO DE SUSANA CORTÉS HERNÁNDEZ
La serie consta de seis tapices que fueron encargados por el cardenal arzobispo de Toledo D. Luis Manuel Fernández Portocarrero.
En ellos se recogen los episodios más significativos de la vida de los obispos que ocuparon la sede toledana desde sus orígenes y que fueron canonizados. Estos fueron San Eugenio I, primer obispo de Toledo, San Eladio, San Eugenio III, San Ildefonso, San Julián y San Eulogio.
La composición de los tapices es muy similar a la de la serie de la “Apoteosis de la Eucaristía” de Rubens, pues las escenas se desarrollan en un escenario flanqueado por columnas con los cortinajes que servirían a modo de telón recogidos en torno a éstas. De la Apoteosis de la Eucaristía el cardenal encargó seis paños con anterioridad a éstos, que también fueron donados a la catedral toledana. No se conoce quién fue el autor de los cartones, aunque se atribuyen a Rubens. Los tapices, al igual que la “Apoteosis de la Eucaristía” llevan marca de J. F. van den Hecke.
Como en la Apoteosis, las cenefas son de dos tipos. Unos tapices llevan en las laterales columnas jónicas fajeadas y estriadas, en este caso la cenefa superior es un arquitrabe con triglifos y metopas decoradas. En los restantes, las columnas son entorchadas en las cenefas laterales y la cenefa superior es un arquitrabe decorado en su zona inferior con casetones. La cenefa superior se interrumpe por una cartela con el nombre del santo y datos alusivos a la obra realizada por ellos. En la inferior llevan el escudo del Cardenal Portocarrero. Los datos sobre las biografías de los santos obispos están tomados de la obra de J. F. Rivera, “Los arzobispos de Toledo desde sus orígenes hasta fines del Siglo XI”.
SAN ELADIO
Rótulo: “S HELLADIVS / FAVET ET FOVET”
El episodio de la vida de San Eladio elegido por el pintor hace alusión a uno de sus rasgos más característicos, la generosidad. Este santo ha pasado a la posteridad como un dechado de misericordia y caridad, pues distribuía numerosas limosnas entre los necesitados, momento que se refleja en la escena representada.
A la derecha del tapiz, sobre las gradas de acceso a un edificio y ante sus muros se sitúa el santo con su séquito. San Eladio en pie y vuelto hacia la izquierda se cubre con alba blanca y capa pluvial, lleva estola y mitra. A su derecha, un diácono levanta la capa del santo. Más retrasado asoma el busto de un hombre barbado y sobre su hombro la cabeza de otro de cabello canoso, y más atrás aún, un joven del que sólo se ve la cabeza y la mano que sostiene el báculo episcopal. A la izquierda del santo, una mesa recubierta por un tapete sobre la que se sitúan varias bolsas, por detrás se inclina para asomarse un joven que lleva en sus manos la cruz patriarcal. Al lado de San Eladio un niño sostiene una bolsa que tiende a éste para ofrecerle las monedas que da a los menesterosos agolpados a sus pies. Un grupo de personas son socorridos por el santo o se dirigen hacia él.
San Eladio ocupó un puesto principal en la corte visigoda. Renunció a sus cargos para ingresar en el monasterio agaliense. Ya anciano, contra su voluntad, fue nombrado obispo de Toledo; ocupó la sede durante dieciocho años, en los reinados de Sisebuto, Suintila y los comienzos de Sisenando.
SAN EUGENIO I
Rótulo: “S / EVGENIVS I/ PLANTAT ET RIGAT”
El pasaje de la vida de San Eugenio representado en este tapiz corresponde al momento en que bautiza a los toledanos convertidos gracias a su predicación.
En el centro de la composición figura el santo obispo, revestido de pontifical y tocado con la mitra. Está vuelto hacia la izquierda y señala con una de sus manos un recipiente de bronce que contiene el agua con la que bautiza a una joven de rodillas frente a él, mientras que con la otra derrama sobre ella el agua bautismal. Junto al santo, a la izquierda, tres diáconos, uno de ellos arrodillado, sostiene un caldero de metal. Los otros dos están de pie, uno contempla al santo y el otro porta el báculo. Sobre el cielo, de tono celeste, aparece un ángel que lleva en una mano la palma del martirio, y con la otra eleva sobre la cabeza del santo una corona de laurel.
San Eugenio I fue considerado como el primer obispo toledano en los catálogos episcopales.
Según la “passio sancti Eugenii”, redactada en el siglo XI, éste fue compañero de San Dionisio, discípulo de San Pablo. Ambos parten a evangelizar, desde Roma, el occidente, San Eugenio llega hasta Toledo, donde realiza numerosas conversiones, hace milagros y edifica la basílica de San Esteban. Con posterioridad regresa a París para visitar a San Dionisio,que había sido víctima de la persecución de Domiciano, por lo que decide continuar allí su misión evangelizadora. Más tarde es arrestado por el pretor en la localidad de Deuil y muere degollado, siendo enterrado en Deuil. Sus reliquias pasaron posteriormente al monasterio de San Denis y luego a Toledo, en 1165 el brazo y en 1565 el resto de las reliquias.
SAN EUGENIO III
Rótulo: “S EVGENIVS III / DOCET ET DVCIT”
En este tapiz se presenta a San Eugenio enseñando música a unos seises, en alusión a su labor docente y de renovación de la música litúrgica.
En la zona izquierda de la pieza se sitúa una mesa sobre la que se apilan dos montones de libros, una partitura, un tintero con sus plumas, una arqueta y un crucifijo de bronce. Ante la mesa se sienta San Eugenio III revestido con capa pluvial y tocado con la mitra. Con expresión sonriente vuelve la mirada hacia un seise arrodillado a sus pies, con una de sus manos le indica un libro abierto que sostiene otro. La otra mano del santo va señalando al muchacho la partitura que está cantando. Les acompañan otros cantores. En segundo término, a la izquierda, detrás de la mesa, tres sacerdotes con albas. Junto a ellos, otro con capa marrón. En el centro de la composición, dos personajes, uno de ellos con alba sostiene en su mano la cruz patriarcal y otro con manteo y bonete en la mano. Ambos contemplan al santo. A la derecha, un acólito con alba crema, porta el báculo del obispo y parece conversar con el personaje situado en primer plano.
San Eugenio, nacido en Toledo probablemente, formó parte de los clérigos de la catedral, posteriormente marcha a Zaragoza, siendo designado arcediano por el obispo Braulio. El rey Recesvinto le eligió obispo de Toledo, pese a los ruegos de Braulio que quería retenerle en Zaragoza. Ha pasado su nombre a la posteridad como el mejor poeta de la época visigoda, escribiendo también obras en prosa. Se ocupó además de la música litúrgica, revisó y corrigió las melodías existentes y repuso los oficios y piezas omitidas. De su actividad epistolar se conservan tres cartas. En su época se celebran los concilios séptimo, octavo, noveno y décimo.
Tras doce años de episcopado, durante los reinados de Chindasvinto y Recesvinto, murió en el año 654, siendo sepultado en la basílica de Santa Leocadia.
SAN EULOGIO
Rótulo: “S. AELOGIVS / MARTIRES SIGNAT
La composición de este tapiz sobre la vida de San Eulogio hace alusión a sus escritos en defensa de los santos mártires cordobeses, víctimas de la persecución de Abderraman II y a su elección como obispo de Toledo, sede que no llegó a ocupar obteniendo en cambio la palma del martirio.
En el centro del tapiz se sitúa una mesa cubierta con paño azul. Sobre los pliegues del paño un libro y un tintero. Al lado, en un sillón frailero sentado San Eulogio, escribiendo. A diferencia de los otros santos obispos, al no haber llegado a ocupar su sede no va revestido de capa pluvial y mitra. Bajo la mesa asoma el busto de un hombre barbado boca arriba, con el torso desnudo. A los pies del santo yace otro con la cabeza oculta entre los brazos. A la derecha del tapiz junto al sillón del santo, dos angelotes, uno de ellos de espaldas, porta el báculo que aparece tras el respaldo del sillón. Le acompaña el cortejo de los santos mártires. En el centro, destacando sobre el cielo, la paloma del Espíritu Santo. A la izquierda revolotea un angelote que desciende hacia el santo portando una mitra, signo de la dignidad episcopal no disfrutada y una filacteria en la que se lee “PARATA”, mientras que a la derecha otro que lleva la palma y la corona del martirio y una filacteria “OBTENTA”, símbolo del martirio que sí alcanzó.
San Eulogio nació en Córdoba en el primer cuarto del siglo noveno. De familia hispano-romana, fue destinado al estado eclesiástico y se educó en la Iglesia de San Zoilo. Ordenado sacerdote realiza un viaje por la España cristiana del que trajo numerosos libros como la “Ciudad de Dios” de San Agustín. A su regreso el clima de tolerancia de que gozaban los cristianos en Córdoba bajo los musulmanes se deterioraba, siendo martirizados varios, en su defensa escribe el tratado “Memoriae sanctorum”, lo que le vale el ser encarcelado, escribiendo para las santas prisioneras Flora y María el “Documentum Martyriale”. Ellas fueron martirizadas poco después y San Eulogio fue puesto en libertad. A la muerte del prelado toledano Wistremiro, el clero de Toledo pensó en San Eulogio para que ocupara la sede vacante, circunstancia que no pudo ocurrir por la oposición del emir de Córdoba Abderraman II. San Eulogio sufrió martirio en el año 859.
SAN ILDEFONSO
Rótulo: “S ILLEFONSVS / CERTAT ET VINCIT”
En este tapiz se representa a San Ildefonso como defensor de la virginidad de María en su obra “De Virginitate perpetua Sanctae Mariae” dirigida contra los herejes Joviniano y Helvidio.
La escena transcurre en un interior, tal vez del Palacio Real. En el centro sobre una grada y ante un rico dosel rojo se sienta el rey. A la izquierda, en primer plano, se sitúa San Ildefonso, revestido con capa pluvial, estola y mitra. Sostiene sobre sus rodillas un libro abierto en el que se lee “VIRGINITATE MARIAE” y con uno de sus dedos va señalando las líneas del texto. Tras él asoman dos diáconos con albas llevando respectivamente el báculo y la cruz patriarcal. A su lado, en primer plano, un muchacho con manto marrón que se dirige hacia la columna, vuelve su cabeza para mirar al santo. Junto a San Ildefonso y al lado del trono, un guerrero en pie apoya una mano en su cintura y la otra en un escudo que reposa sobre la grada del trono. Tras él se divisan las cabezas de otros tres guerreros con lanzas.
A la derecha de la composición, en primer plano y enfrentándose al santo, un hombre en actitud de caminar entabla una discusión con él. Representa uno de los herejes con los que polemiza el santo.
San Ildefonso fue elevado a la mitra de Toledo tras la muerte de San Eugenio III en el año 657. Fue su biógrafo uno de sus sucesores, el obispo Julián. Se educó en el monasterio agaliense y tal vez estuvo en Sevilla. Entre sus numerosos escritos destaca la obra “De Virginitate Perpetua Sanctae Mariae” que es la única que ha llegado hasta nuestros días. También escribió el libro de “Viris illustribus” en el que realiza la biografía de varios personajes entre ellos ocho arzobispos toledanos.
En su biografía sobresalen dos episodios, la revelación del lugar donde se encontraba sepultada Santa Leocadia, quien salió de su sepulcro a la vista de un gran concurso de fieles, y la Descensión de la Virgen María para imponerle la casulla como premio a los trabajos realizados por el santo.
SAN JULIÁN
Rótulo: “S IVLIANVS / CRHISTVM DEMONSTRAT”
En este tapiz se presenta al santo obispo Julián como el defensor de la existencia en Cristo de dos voluntades, la divina y la humana, tesis sostenida por el VI Concilio Ecuménico, III de Constantinopla, al que San Julián añadió sus dos “Apologéticos”, también se hace mención a su prolífica tarea de escritor.
La escena transcurre en el interior de una biblioteca. En el centro de la composición aparece San Agustín, en pie, revestido por capa pluvial y tocado con la mitra arzobispal. En una mano lleva el báculo y en la otra sujeta un corazón ardiente, su símbolo. Está inclinado hacia San Julián, sentado en un sillón frailero y con el rostro vuelto hacia el santo. Lleva sotana azul, alba y capa pluvial. Sostiene en su mano una pluma y con la otra señala la página de un libro abierto apoyado en sus rodillas. Ante él se sitúa una mesa sobre la que reposan unas plumas, un tintero y unos libros A su lado, dos angelotes portan la cruz patriarcal y el báculo. A la derecha del tapiz vuelan otros dos, sostienen un lienzo extendido en que se leen los títulos de libros escritos por San Julián: “INDEX LIBRORVM S. IVLIANI ARCHIEPISCOPI TOLETANI”. En primer plano, bajo los pies del santo, yacen dos hombres en actitud defensiva. En la zona superior central del tapiz, entre una masa de nubes asoman las cabezas de unos angelitos entre los que desciende la paloma del Espíritu Santo que vuela hacia el corazón sostenido por San Agustín.
San Julián nació en Toledo y fue elegido obispo en el año 680.Tras la celebración del VI Concilio Ecuménico, III de Constantinopla, en que se defiende la existencia en Cristo de dos voluntades, la divina y la humana, un legado pontificio lleva las actas a Hispania para ser ratificadas por los prelados visigodos. San Julián añade un escrito o “Apologético” que fue mal interpretado en Roma, por lo que tras la reunión del Concilio XV de Toledo redactó un segundo “Apologético” aclarando los conceptos que habían quedado oscuros.