HISTORIA DE SALOMON
Dentro de los episodios del Antiguo Testamento las tapicerías basadas en la figura del Rey Salomón no fueron tan populares como las dedicadas a su padre el rey David.
Los paños conservados en la Catedral de Toledo son:
1 Salomónes ungido rey por Sadoc.
2 El juicio de Salomón.
3 Entrada del Arca de la Alianza en el templo de Jerusalén.
4 Salomónbendice al pueblo.
5 Aparición de Dios a Salomón.
6 Salomóny la reina de Saba.
7 Idolatría de Salomón.
Se relatan los momentos más relevantes de la vida de Salomón tal como se refieren en el primer libro de los Reyes, capítulos 1 al 11. Se ignora quien pueda ser el autor de los cartones. Los tapices carecen de marcas por lo que no se puede averiguar quien es el tapicero ni el lugar en que se tejieron.
SALOMON UNGIDO REY POR SADOC
El episodio de la vida del rey Salomón representado en este tapiz se relata en el primer libro de los Reyes, capítulo 1 vers. 28 a 41.
La escena transcurre en el exterior, con fondo de paisaje. El momento elegido es aquel en el que Salomón es ungido rey por el sacerdote Sadoc. En el centro de la composición se representa a Salomón, rodilla en tierra, ataviado con túnica amarillenta y manto rojo. Detrás, el sacerdote Sadoc, figurado como un anciano, sujeta con una de sus manos su manto, mientras que con la otra unge a Salomón con la cuerna de aceite. De espaldas, contemplando la escena junto al sacerdote, un hombre en pie que tal vez sea Benayas, hijo de Yehoyadá. A su lado un anciano envuelto en un manto y tocado con turbante. Al fondo se divisan las cabezas de varios hombres, que con los brazos elevados aclaman al rey Salomón. Junto a éste en pie un anciano apoyado en un bastón. A la izquierda del tapiz, algo alejados un guerrero sostiene las riendas de la mula del rey ricamente enjaezada. Tras ella asoman las cabezas de dos guerreros.
SALOMÓN Y LA REINA DE SABA
El encuentro de Salomón y la reina de Saba, representado en este tapiz se refiere en el libro primero de los Reyes en el capítulo 10, vers. 1 a 13.
La escena transcurre en el interior del palacio del rey Salomón. Se asciende a la estancia por unos escalones situados en el ángulo inferior derecho. A la izquierda, en un lateral sobre tres gradas semicirculares, se eleva el trono. El rey está sentado, extiende una mano y con la otra, que porta el cetro, señala hacia una joven dispuesta frente a él, al pie de las gradas. Es la reina de Saba, de rodillas sobre un cojín, ricamente ataviada con túnica de manga corta. Apoya una de sus manos sobre el corazón y con la otra sostiene un jarro. Sobre los escalones del trono se tumban varios leones. A la derecha del tapiz, detrás de la reina de Saba, sus criadas portan los regalos ofrecidos al rey. Dos esclavas negras tocadas con turbantes y adornadas con pendientes y pulseras llevan, respectivamente, unos ricos mantos y un loro. Entre ellas se arrodilla una anciana que sostiene un cofre abierto por el que asoman sartas de perlas. Detrás y de espaldas otra criada vuelve su cabeza hacia un hombre que lleva un gran jarro sobre sus hombros. En el ángulo inferior derecho y por la escalera de acceso ascienden dos hombres, con las piernas ocultas por la cenefa, que portan un gran jarrón. En el centro del tapiz otro criado se inclina ante la escalera y destapa un recipiente que lleva en la mano. A su lado en el suelo, una jarra y un plato ricamente decorados.
SALOMÓN BENDICE AL PUEBLO
El episodio referido en este tapiz transcurre a continuación del relatado en el paño precedente, y se narra en el libro primero de los Reyes en el capítulo 8, vers. 13 a 21.
Salomón, después de haberse introducido el arca en el camarín del templo, se volvió para bendecir a toda la asamblea de Israel. En el centro de la composición, el rey en pie, suntuosamente ataviado. Con una de sus manos bendice al pueblo, mientras que con la otra sostiene el cetro. Algo más retrasado, un paje recoge el vuelo de su manto.A su espalda, en el lado derecho del tapiz, sobre una grada, la mesa del altar, de la que sólo es visible una esquina, con pata rematada en cabeza de carnero. Sobre ella se eleva el humo y las llamas de los sacrificios. Detrás un cortinaje recogido en la parte superior. A la izquierda del tapiz y oculto en parte por la plataforma, se congrega el pueblo de Israel. Al fondo los muros del templo con pilastras de mármol veteado.
EL JUICIO DE SALOMON
El juicio de Salomón se relata en el primer libro de los Reyes, capítulo 2, vers. 16 a 28.
La escena transcurre en el interior del palacio real. En el centro de la estancia ante un amplio cortinaje dorado, de pliegues y sobre cuatro gradas semicirculares se eleva el trono con respaldo en forma de hornacina avenerada; en él, apoyado sobre dos leones se sienta el rey Salomón. El rey está suntuosamente ataviado con túnica crema orlada de pedrería y cubriendo sus hombros un rico manto de brocado con motivos en azul, cuello de armiño y collar. Se toca con turbante y con su mano señala al niño que sostiene un criado situado a la izquierda del tapiz. Este levanta una espada, en actitud de dividir al niño que alza con el brazo. En torno a sus cabellos se anuda una cinta. Vuelta de espaldas, la madre intenta sujetar el brazo armado del hombre para detenerle. Está arrodillada y sus pies yace el otro niño muerto, caído en el suelo. A la derecha, la otra mujer vuelta de perfil se dirige hacia el rey. Sobre sus brazos cuelga la sábana con la que envolvía al niño.
IDOLATRÍA DE SALOMÓN
En el último paño de esta serie se relata la idolatría del rey Salomón narrada en el primer libro de los Reyes, capítulo 11, vers. 1 a 13.
La escena se desarrolla ante uno de los templos edificados por Salomón en honor a los ídolos extranjeros. A la izquierda del tapiz se alza el trono del dios, sobre una alta basa circular decorada con una guirnalda. El ídolo está sentado, envuelto en un manto dorado y coronado, alza uno de sus brazos portando una lámpara encendida. Detrás un amplio cortinaje verdoso que se recoge y cuelga sobre una pequeña balaustrada azul situada en primer plano, por la que se asoma un personaje. A sus pies se arrodilla el rey Salomón, a su lado un cetro y el turbante con la corona. Inclinada junto a él, con una mano apoyada en su hombro, una de sus esposas extranjeras. Señala con su brazo al ídolo y vuelve la cabeza hacía otras dos jóvenes situadas a su espalda tal vez sean otras de las esposas de Salomón. Les acompaña un perro. Al fondo a la izquierda se alzan los muros del templo y a la derecha un grupo de guerreros contemplan la escena ante unos edificios.
ENTRADA DEL ARCA DE LA ALIANZA EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN
En este tapiz se representa el momento en que, después de la construcción del templo, se traslada el arca desde la ciudad de David, Sión, a Jerusalén.
Este suceso se refiere en el libro primero de los Reyes, capítulo 8, vers. 1 a 6.
A la derecha de la composición se eleva el templo. Por unas gradas se asciende a la entrada, flanqueada por dos columnas, de las que sólo se ve parte del fuste, en torno a las que se recoge un cortinaje por medio de un cordón con borla. A continuación extendiéndose en la zona derecha de la pieza, se alza la galería del templo.
Por la escalinata suben los sacerdotes que transportan el Arca de la Alianza sobre sus hombros por medio de unas varas sujetas mediante unas placas. Numerosos israelitas se congregan en torno al arca. En segundo plano, en el lado izquierdo del tapiz y tras el arca un grupo de hombres y mujeres, y en un plano más elevado niños tocando trompetas. En el centro del tapiz, algo más alejado otro grupo acompaña al arca. El paisaje viene representado por una elevada montaña con algunos árboles, situada a la izquierda del paño.
APARICIÓN DE DIOS A SALOMÓN
La aparición del Señor a Salomón se relata en el capítulo 9 del libro primero de los Reyes, vers. 1 a 9.
La escena se desarrolla en el interior del templo. A la derecha del tapiz, un cortinaje verde recogido, permite ver parte del altar que se alza sobre una tarima.
En lo alto del tapiz, sobre el ara y entre una nube asoma el busto del Señor que extiende sus brazos hacia el rey, postrado de rodillas, ataviado como en otros tapices de la serie con túnica y manto crema y azul de brocado. En esta ocasión no lleva turbante y ciñe sus sienes la corona real. Eleva su rostro y sus manos hacia Dios. A sus pies el cetro sobre la grada del ara. En un plano inferior, más al fondo, se divisa otra estancia del templo, abovedada y sustentada por pilastras en crema con decoración de roleos en verde. La derecha oculta casi totalmente por la nube que envuelve la aparición divina.